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¿Conoces a tu hijo?

Cuando estamos esperando un hijo suelen decirnos que vendrá con “el pan bajo el brazo”. Ojalá viniese con un “manual de instrucciones”. Quizás el instinto sea suficiente pero muchas veces sentimos lo contrario.

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Probablemente no exista experiencia más maravillosa que la de tener un hijo, el fenómeno de la creación puesto en nuestras propias manos. Mientras le cambiamos sus pañales, lo alimentamos o le enseñamos a dar sus primeros pasos no somos aun conscientes de que estamos creando-formando-educando a una persona; de ser así probablemente abandonaríamos la tarea por el tamaño y complejidad del desafío. Ser padre y madre requiere de mucha valentía y, sin embargo, pensamos que es tarea fácil.

 

Pensar que estamos formando una persona puede ser demasiado impactante pero la vida y la ciencia ya han demostrado que el trabajo y compromiso que ponemos en la educación de nuestro hijo repercute seriamente en su vida, sino para siempre, al menos por largo tiempo.

 

Confiá en vos: Nadie quiere más a tu hijo que vos mismo, por lo que confiar en que sos la persona que más y mejor desea su bien, su crecimiento y su desarrollo es bastante lógico: para vos el/ella es único. Pura individualidad, pura diferenciación. Entonces intentá encontrar y valorar eso que lo hace especial para otros porque para vos ya lo es hace mucho y a el/ella lo ayudará a conocerse y sobre todo a valorarse.  Por un tiempo tu hijo/a no es tu propiedad, pero si tu responsabilidad.

 

La etapa más difícil para acompañarlos es la adolescencia y deberás invertir mucho más cabeza y corazón que en la anterior. Te propongo que lo/la ayudes aprendiendo a conocerlo/a. Muchas veces nosotros mismos apelamos a nuestros amigos para que nos ayuden a decidir, suponemos que ellos nos conocen mejor que nosotros mismos porque conocerse no es fácil. Pensemos entonces cuánto  más difícil lo es para un adolescente ya que su identidad aun no está conformada. Conocélo/a vos para que pueda conocerse el/ella.

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  1. Observar antes de opinar. Tu hijo siente tu mirada siempre, no opines o juzgues inmediatamente, dedicate a ver de que manera hace las cosas, puede ser que no sea como las haces vos pero quizás te sorprendas al ver que llega a los mismos resultados. Está buscando su propio estilo, apoyalo/a.

  2. Escuchar antes de decidir. Podrás olvidar tus prejuicios y buscar comprender sus razones; conocer el mundo que describe y que nos es desconocido? Ayudalo/a con tu escucha activa a que aprenda a desarrollar y exponer conceptos, explicaciones, prioridades y debates auténticos. Necesitará de todo ello en el futuro!

  3. Acompañar siempre. Sentate a entender ese jueguito que tiene en la computadora y al que le invierte cientos de horas semanales. Buscá conocer la música que le gusta o las series que mira. Quizás al comienzo no lo parezca pero te sorprenderás de cuántos efectos positivos tienen tu interés sobre sus cosas.

  4. Abrazar con el corazón. Hace apenas unos años lo/a alzabas mil veces y el te lo pedía a gritos. Ahora ya no puede, sabe que tiene que crecer y quiere que no se note que aun quiere y necesita tus mimos. Buscá siempre la manera de dárselos, nadie sabe mejor que vos cómo hacerlo.

 

Sabrás acompañar a tu hijo mejor que nadie; para el/ella definitivamente sos único y cada cosa que haces le hace la diferencia. Tu mirada atenta, tu escucha sin juicio, tu compañía incondicional y tu abrazo cálido son, aunque te lo niegue, invalorables para el/ella siempre y será lo que verdaderamente le dejes para el resto de su vida.

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