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Yo, mi

mejor amigo

La única persona del mundo de la que no puedo escapar es de mi mismo. Soy la dueña de la vida que vivo y del cuerpo con el que transito. También del corazón con el que me lleno o no de amor y de la mente a la que le sumo pensamientos y conocimientos constantemente.

Y entonces… ¿le doy el cuidado que merece a la “relación conmigo”? ¿Cuido a mi cuerpo como lo que es: mi contacto directo con el mundo, mi límite yo-tu, mi comienzo y fin en el universo? ¿Qué hay de mi corazón y mi espíritu, los alimento como necesitan los lugares sagrados de amor y luz, les doy el contacto que necesitan con personas sanas y amorosas que nos nutran de generosidad y entrega? ¿Y que hay de mi mente, de mis pensamientos, les espanto las ideas tóxicas y busco las mejores opciones para mis dilemas; y a mi conocimiento, busco llenarlo de información fértil que alimente mi creatividad y me ayude a ser mas flexible?

A lo largo de la vida aprendemos muchas veces la ciencia del “cuidado” y logramos ensayarlo en su máxima expresión en la crianza de nuestros hijos. Cuidamos a nuestros amigos si están mal y también a nuestros padres cuando los vemos envejecer. Si pudiéramos vernos como seres a parte de nosotros, al igual que los vemos a ellos, quizás nos sería más fácil entender cómo cuidarnos.

Muchas veces en mi consultorio pregunto cuanto tiempo le dedican al tiempo personal y a veces ni siquiera pueden identificar si lo tienen. Pero ojo, no estoy hablando de egoísmo! Todos los excesos son malos y ese podría clasificar como uno. Me refiero al tiempo que me doy, por ejemplo, para pensar las cosas que me pasan o para registrarlo que siento en determinados momentos; o para poner límites a actitudes o personas que me puedan estar haciendo daño.

Valgan aquí algunas sugerencias para el día a día.

 

Cuido mi cuerpo: Es mi envase, mi carta de presentación pero también mi templo y el mismo que me acompañará toda la vida según. Sabemos que cualquier aparato perdura mucho más si lo cuidamos apropiadamente.

 

Comer es alimentarlo y puede ser mimarlo si conocemos qué nos hace bien, qué necesitamos para sentirnos mejor en energía y salud. Ya conocemos lo que dice el manual de nuestro médico de cabecera: dieta saludable y ejercicio periódico. Pero, ¿no es más que eso? Entonces por qué no buscar evitar lo que puede ser realmente dañino para nuestro cuerpo como fumar o llevar una vida sedentaria? Si comprendiéramos que nuestros huesos son los mismo que llevaremos hasta la vejez quizás pensásemos más y mejor antes de no cuidar nuestra alimentación. Ni hablar del corazón que nos da el ritmo sanguíneo o de los pulmones que reciben el aire externo que compartimos con el resto de la humanidad.

 

Cuidar mi mente: Mucho se ha escrito también sobre esto… pensamientos tóxicos, exceso de información innecesaria, stress mental, saturación de nuestro “disco rígido”. Apagar mi pensamiento puede ser una manera de cuidarnos pero no tenemos un botón de on-off o si? (si alguno lo encontró por favor avise donde esta!!!)

  • Apagar el celular, desconectarnos un rato de la necesidad de responder en la inmediatez. Parece muy difícil pero sin embargo, ¿cuando nos subimos a un avión, lo apagamos no? Entonces parece que es posible desconectarse, que tal si lo hacemos todos los días por dos horas al volver a casa y estar con nuestra familia o, si vivimos solos, aprovechar para cocinarnos y prepararnos un mimo culinario mientras nos relajamos del agitado día? Lo ideal es establecer ese tiempo fijo de desconexión y también transmitirlo: “de 20 a 22hs estoy desconectado” la gente se va a acostumbrar y lo va a aceptar si lo haces con la suficiente convicción y conciencia.

  • Buscar la belleza, en las pequeñas cosas o disfrutarla en las grandes también! Puede ser conectarnos con el cambio de colores de los árboles en primavera u organizarnos para ir a un museo! Alimentar nuestro pensamiento con sensaciones y estímulos más allá de la información diaria que recibimos por mil medios puede ser una muy buena forma de alimentar nuestra mente con otras opciones que nos acostumbren a estímulo estéticos y creativos diferentes.

 

Cuidar mi alma y mi corazón: Ambos son elementos intangibles pero altamente comprobados como partes cruciales de nuestro ser. ¿Cómo se cuida entonces algo que no puedo agarrar?!

  • Abrazar a un ser especial: al menos una vez al día abrazar a alguien en forma consiente, intentando hacer contacto explícito, darle nuestro calor, demostrarle nuestro sentimiento. Vamos a sorprendernos no solo de la reacción del otro sino también de lo que nos pasa a nosotros con nuestra entrega y con su respuesta!

  • Ejercitar nuestro tiempo solos: un tiempo de soledad activa. Una en la que disfrutamos de nuestra propia compañía. Puede ser una caminata, un café en un lugar lindo, para los audaces hasta ir al cine! Hacer algo que nos da placer por nuestra propia decisión y como única excusa. Estimular una actividad personal que nos da satisfacción. Puede ser para algunos cocinar, para otros volver a jugar al tenis, estudiar italiano que siempre nos encantó pero no tuvimos tiempo para dedicarle o clases de teatro que sabemos tanto bien nos haría!. Sencillamente hacer algo sin sentido o mejor dicho que no sea “productivo” en un mundo que cuantifica y valoriza todas nuestras actividades.

 

En definitiva, te sugiero el auto ejercicio de ser mejor persona, de conocerte y activarte, de tomar conciencia y vivir en ella.

 Foto: Rancho Aparte, por Milagros Olivera
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